¡La de veces que hemos tomado agua fría durante las comidas poniendo en peligro nuestras vidas! Esta es la conclusión a la que llegamos después de leer el artículo, pero hay cosas que no nos quedan claras...
Dice el artículo que "es bueno beber una copa de alguna bebida fría después de una comida", pero de agua no. ¿Cómo puede ser malo beber agua fría y ser bueno tomar gaseosa fría?
Durante una comida, lo único que no debemos hacer es tomar agua fría. ¿Y si tomo un helado? ¿O un refresco, whisky con hielo, gin-tonic, etc, después de una cena? Sobre todo teniendo en cuenta que la digestión es un proceso lento que dura varias horas.
En el texto anterior sólo se indica que "esto se convertirá en grasas y conducirá al cáncer", pero en otros textos hemos podido leer que produce cáncer de corazón, e incluso de intestino. Por supuesto, una barbaridad.
El cáncer aparece a partir de mutaciones en el ADN de una célula, generalmente durante el proceso de división celular. Pero suelen ser necesarias varias mutaciones y que éstas se transmitan a las células hijas para que una célula termine por convertirse en cancerígena.
Respecto al posible cáncer de corazón, las células cardíacas únicamente se limitan a bombear sin dividirse para crear nuevas células, a no ser que haya ocurrido alguna lesión cardíaca. Por ello, al producirse una escasa actividad de división celular, la probabilidad de que se produzcan mutaciones cancerígenas y que éstas se transmitan a las células hijas es muy baja. El cáncer de corazón es uno de los menos frecuentes.
Otros tipos de cáncer, como el de colon, son más habituales, ya que la renovación celular es constante. También influye que estas células se encuentran expuestas a agentes externos que pueden inducir mutaciones, como carcinógenos alimenticios.
Así es que, si ingerimos agua fría, lo más que nos puede ocurrir es que la temperatura del líquido produzca un espasmo a nivel del esófago, contrayéndose éste con el consiguiente dolor, dependiendo de la diferencia de temperatura entre líquido y cuerpo. En cardiología, esto se conoce como vasoespasmo.
La única verdad que podemos leer en el artículo es que no siempre un infarto se va a reflejar en dolor en el tórax o en el brazo izquierdo.
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